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Sida

Clarin.com (Argentina), 04/09/2005

Bayer/Baxter: La trágica historia de hemofílicos contagiados de sida por remedios

Entre fines de los 70 y mediados de los 80, se comercializó en la Argentina un medicamento indispensable para los enfermos de hemofilia: un coagulante elaborado en base a concentrados de plasma humano que permitía controlar de manera rápida y eficaz las hemorragias. El problema es que muchos lotes de esos productos de origen estadounidense estaban contaminados con los virus del VIH y de la hepatitis C. De acuerdo a la Fundación de la Hemofilia, 211 personas resultaron infectados por culpa de esos fármacos. Hoy siguen vivas apenas 75.

Este año ya murieron cuatro. Todos eran menores de 30. El último murió hace dos semanas: „Tenía 26 años y se había contagiado cuando todavía era un bebé“, cuenta Juan Carlos Paz, presidente de la Comisión para la Asistencia de Pacientes Infectados de VIH de la Fundación de la Hemofilia. En la Comisión calculan que otros 800 hemofílicos se habrían contagiado únicamente de hepatitis C por haber usado estos coagulantes. No existen estadísticas de cuantas de estas personas ya murieron, pero se cree que podrían ser alrededor de 50.

Sucedió lo obvio: muchos de los pacientes iniciaron ahí nomás demandas contra los laboratorios farmacéuticos. Y volvió a suceder lo obvio: en la Argentina el caso quedó impune. „Nunca se pudo avanzar en la causa porque no teníamos constancias ni documentos que probaran que nos habíamos tratado con esos coagulantes. Pasaron más de 20 años y sigue sin aparecer un solo responsable“, dice Daniel La Rosa, un hombre de 30 que resultó infectado de VIH y hepatitis C cuando aún era un nene.

Por eso, actualmente muchas de las víctimas están realizando una demanda en los tribunales de los Estados Unidos -los concentrados se elaboraban allí- contra los laboratorios Armour, Bayer, Baxter y Alpha.

Clarín consultó a Bayer de Argentina. „Nuestra empresa no producía ni comercializaba en el país estos medicamentos. Fue una subsidiaria de Bayer en los Estados Unidos la que los elaboraba“, dijo Luciano Viglione, gerente de Relaciones Institucionales. En el laboratorio Baxter dijeron que no iban a hacer declaraciones para esta nota. No fue posible entrar en contacto con los otros dos laboratorios.

Cuando se descubrió, en 1984, que los fármacos estaban contaminados con el virus del VIH, la FDA -es la agencia estadounidense de control de medicamentos y alimentos- ordenó que se los sacara del mercado. Hace dos años el diario „New York Times“ denunció que tras la prohibición en los Estados Unidos los laboratorios siguieron vendiéndolos en America Latina y Asia.

En los Estados Unidos se infectaron miles de personas, muchas de las cuales ya murieron. Aunque nunca admitieron ninguna culpa, para acabar con las demandas judiciales los laboratorios les pagaron a los enfermos unos 600 millones de dólares. A cada uno le quedaron unos 100.000 dólares.

Pero a los enfermos argentinos que ahora demandan en los tribunales estadounidenses a estos mismos laboratorios les podría corresponder más dinero como indemnización. „La cuestión es que aquí para nosotros actuaron con dolo. Es decir: ya sabían que sus concentrados estaban contaminados e igual los siguieron vendiendo“, explica el abogado Adrián Campos.

Los dos productos coagulantes que venían contaminados -sus nombres son factor VIII y IX- aún se siguen comercializando. La diferencia es que ahora se los somete a un proceso de inactivación viral que resultó una barrera efectiva contra el VIH y la hepatitis C.

Como para la hemofilia todavía no existe cura, para las personas con trastornos de coagulación los concentrados plasmáticos son tan vitales como el agua: las hemorragias que sufren solo pueden detenerse con estos productos. Algunos enfermos necesitan aplicarse hasta tres veces por semana con estos fármacos, que cuestan unos 1.000 pesos en promedio por dosis. Aunque ahora estos remedios sean más seguros que hace veinte años, a los hemofílicos igual les queda el temor de un posible nuevo contagio de alguna enfermedad. „Cada vez que te vas a inyectar tratás de no pensar en eso. Al final, la sangre de cualquier persona siempre tiene algún virus y a estos medicamentos se los elabora directamente con plasma humano“, sostiene Eliana -no quiere que aparezca su apellido-, una mujer de 35 años que también se infectó de VIH y hepatitis C.

Los propios laboratorios saben que por más que ahora sea ínfima, la probabilidad de algún contagio siempre existe. Es más, alertan sobre esto en los prospectos: „Cuando se administran productos medicinales preparados a partir de sangre humana o plasma, no se pueden excluir por completo la aparición de enfermedades infecciosas debido a la transmisión de agentes infecciosos“.

Debate legal en Chicago
La demanda que hemofílicos llevan a cabo en los tribunales estadounidenses se encuentra actualmente en una etapa clave. Es que los cuatro laboratorios demandados están „planteando que los extranjeros no pueden litigar en los Estados Unidos“, dijo Adrián Campos, abogado que representa a la inmensa mayoría de los enfermos argentinos. De acuerdo a Campos, el juez Federal de Chicago John Grady debe ahora resolver ese planteo. Pero para el abogado existen diversas razones por las que los argentinos tienen derecho a demandar a los laboratorios en suelo norteamericano.

„Por un lado, porque la falla en la elaboración de los productos sucedió allá. Por el otro, porque es en los Estados Unidos donde los laboratorios tienen los activos que permitirán concretar la sentencia“, sostuvo. Campos representa a 190 de los hemofílicos contagiados de HIV y a alrededor de 500 infectados de hepatitis C. Trabaja asociado con un estudio estadounidense. Más enfermos argentinos también están demandando en los EE.UU, pero los representa otro estudio. Clarín intentó entrevistarlos, pero no respondieron los llamados.

Los hemofílicos no corren con ningún tipo de gastos en el juicio. Eso sí: en caso de que se gane los estudios jurídicos se quedarán con el 40 por ciento de las indemnizaciones. Se trata de una práctica habitual en los Estados Unidos. Como el monto de las indemnizaciones lo ponen los jurados, es imposible hoy hablar de dinero. Se supone, sin embargo, que en el caso de que ganen los resarcimientos serían millonarios.

Campos acaba de conseguir una prueba que considera fundamental: el padre de un hemofílico que se contagió en los ’80 le entregó un frasco de uno de los productos contaminados. „Todavía está lleno. Lo había enterrado en el patio de la casa“, contó el abogado.

Casi nadie se quedó con aquellos frascos infectados. ¿La razón? „Los laboratorios armaron un plan canje: si vos les dabas los que tenían, ellos te daban de los nuevos“, recordó Luis María Lezcano, un hemofílico de 41 que también tiene VIH y hepatitis C. (Por Carlos Galván)